Ángel y Rafael Peralta.
Conchita Cintrón
Uno de los Peralta en todo su apogeo
El arte
del rejoneo se remonta a los años 380 antes de Cristo cuando se firmó el
tratado de caballería más antiguo que se conoce. Las corridas modernas se
convirtieron en una evolución de la técnica de guerra a un espectáculo artístico.
Por casi
ocho siglos los nobles cristianos de lo que en la actualidad es España y
Portugal demostraron la superioridad como jinetes en la monta de caballos
ibéricos, practicando la guerra, picando toros bravos. Con la terminación de la
guerra, se prosiguió picando toros en las plazas de armas, y durante el
renacimiento se le da toda la importancia a la belleza y arte del rejoneo.
En el año
1567 la corrida caballeresca pierde su auge por la evolución que tuvieron los
nobles, quienes eran los únicos que tenían derecho a montar, esto ocurrió por
la prohibición del Papa Pio V, pero dicha prohibición no afectó a Portugal, y
es un este país donde mantienen la corrida caballeresca o monta a la jineta,
donde se cambia el caballo ibérico por el lusitano, los estribos largos por
unos más cortos que obligan al jinete a montar con las rodillas flexionadas,
permitiendo así un mejor dominio del caballo. Se mostraba la agilidad y doma
del caballo para burlar al toro y someterlo al castigo con los rejones y las
banderillas, lo mismo ocurre en la actualidad con altura, belleza y torería.
Con este tipo de corridas se festejaban grandes compromisos de los reyes,
nobles y monarcas, también nacimientos o viajes. Así mismo, aparece el traje
portugués o a la Federica
que se remonta al siglo XIII.
El 2 de
septiembre de 1923 se presentó por primera vez como profesional Antonio Cañero
que revivió el toreo en España, vestía traje campero, iniciando una tradición
que se mantiene hasta nuestros días. Cañero era hijo de un profesor de equitación,
gran jinete, quien convierte la tradición campera en un espectáculo y deleita
el toreo a caballo con los tres tercios como se divide la lidia en el toreo de
a pie, recibir al toro, clavar los rejones y banderillas, y dar muerte.
Con la
presentación de Antonio Cañero surge un innumerable número de rejoneadores
entre los que sobresalen Simao Da Veiga, João Nuncio, Conchita Cintrón, Duque
de Pinohermoso, la excepcional figura de don Álvaro Domecq y Diez, Ángel y
Rafael Peralta, Álvaro Domecq Romero, José Samuel Lupi, Manuel Vidrié, João
Moura, Fermín Bohórquez Escribano, Javier Buendía, Antonio Ignacio Vargas,
Curro Bedoya y otros muchos que harían interminable esta relación
Aunque hasta la década de los sesenta los rejoneadores eran incluidos en los carteles de corridas de a pie con un único toro, a partir de esta fecha los mismos comienzan a abrirse paso en los carteles de trascendencia en las diferentes plazas. A raíz de esto surgieron los denominados “Jinetes de la apoteosis”, un grupo de cuatro caballeros a la jineta, Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq Romero y José Samuel Lupi.
Los “Jinetes de la apoteosis” Ángel y Rafael Peralta, instauraron un nuevo espectáculo, el rejoneo por parejas o colleras. Álvaro Domecq aportó la fuerza, emoción y temple que el toreo no presentaba y los espectaculares quiebros de José Samuel Lupi, propician la celebración de corridas completas de rejones.
En la actualidad se vive el apogeo de las corridas de rejones que tiene un público específico que llena las plazas, en las que se aprecia la técnica, temple, belleza, doma y todo el esplendor de este espectáculo. En el país donde nunca se privo el rejoneo tiene diferencias con los demás países, el traje, la silla, no se colocan rejones de castigo sino banderillas con doble arpón y más grande, y la muerte del toro no se ejecuta frente al público, al final sale un grupo de forçados y para concluir salen los cabestros.
Se debe resaltar que gracias a que en Portugal sobrevivió el rejoneo aun hoy se puede ver a la gran figura João Moura, quien después de casi treinta años sigue activo y en los primeros puestos del escalafón dejando lecciones de monta y toreo. Así mismo en Portugal vemos en la lista rejoneadores como Alfredo Chaves Pinoco, José Bento de Araujo, Manuel Casimiro de Almeyda, Fernando de Oliveira o Victorino Froid, quienes le abren la puerta a Joao Alves Branco Nuncio quien durante cincuenta años dictara cátedra de buen torear.
Gracias al incremento de las corridas de rejones en España y Portugal en los demás países taurinos se ha incursionado en este arte como es el caso de Colombia, México, Venezuela, Perú, ya que los aficionados del toreo de a pie han abierto las posibilidades que se puede parar, templar y mandar a los lomos de un cabalgadura, quien se convierte en un capote y muleta a la hora de pararse frente a la cara del toro.
El legítimo arte de Marialba (como también es conocido), debe conservar mando y temple sobre las embestidas del toro, sin que este llegue a tocar al caballo. No se debe apreciar al rejoneador que clava por detrás del estribo, que entra a la cara del toro por sorpresa sin dejarse ver, el que va al toro a gran velocidad o sin que el caballo mire el toro.
Fotos tomadas de Internet.