martes, 6 de septiembre de 2011

         
         LA ESPADA CORTA

 
      Por: Ramos (Pepe) Céspedes Linares


 
¡Dame la corta! Decía mi papá enérgicamente mientras se aproximaba contrariado al burladero sosteniendo por los gavilanes el estoque limpio con el que probablemente había pinchado; de vuelta al toro, la solución buscada era infalible, con esa espada corta casi siempre los sentaba o los ponía patas arriba.

Mi función como ocasional “ayuda” detrás de la valla, era enjuagarla, secarla y ponerla en su funda “costura para abajo” por la noche en el hotel, mi padre las sacaría para limpiarlas nuevamente y echarles unas gotas de Glostora en cada uno de sus cuatro canales para evitar que el brillante acero se manche con puntos oscuros.

Quizás el primer recuerdo que tengo de ella es haberla visto “desvestida” con la semiesfera del pomo vacía y mi padre colocando la bola de jebe cubierta de badana y vistiéndola con cinta roja de lana que remataba con vueltas de esparadrapo en la solana donde estaba marcada su procedencia: R. Luna – Valencia 1928
Poco a poco, conforme me iba familiarizando con los avios, fui notando detalles muy particulares de esta espada que me inspiraba mucho respeto por su antigüedad y también mucha curiosidad por su forma; era recta y “sin muerte” o sea, sin la curvatura que tienen los estoques en el remate de la punta.
Alguna vez pregunté a mi padre ¿Por que no la usas todas las veces?
Sus respuestas siempre escuetas en materia de toros, me obligaban a elaborar mis propias conclusiones; Me dijo: No ayuda y se expone. Lo que me quiso decir, es que por su ltamaño reducido, no servia como ayuda para armar la muleta y al momento de entrar a matar, había que ponerse un paso mas cerca para señalar “delanterito”. Hecho muy cierto y comprobado por que es un sitio donde, hasta los pinchazos hondos, tumban.
Pero ¿Cómo llegó esta espada a sus manos y por qué tenía esas características?
Con seguridad, esa espada no siempre fue corta, debió haber tenido la medida extensa que requerían los toros de la “pre Guerra” (antes de 1936) y Juan Belmonte la había mandado a hacer especialmente así, al espadero de la calle Borrul numero 47 en el valencianísimo barrio del Quart, o sea a Don Ramón Luna.
Rafael Valera “Rafaelillo” gran amigo y peón de confianza de Juan, se la pidió prestada para matar unos festivales y alguien en su cuadrilla decidió que la espada por su longitud, podía calar los novillos y sin mas, le voló “una cuarta” de la punta. Cuando Rafael fue a devolverla, Belmonte le dijo: la echaron a perder, quédate con ella.

La espada cruzó el charco junto con los sementales que don Víctor Montero Kossut había comprado a Domingo Ortega en 1942 y por que Rafaelillo, fue el encargado del transporte de las reses españolas desde el embarcadero en el puerto de Cádiz, hasta los cerrados de la hacienda La Viña en Jayanca, Lambayeque.

Rafael como "conocedor" se hizo cargo del renacimiento de la ganadería y comenzó la ardua tarea de retentar todo lo existente de Vilcahuara para seleccionar las vacas que asignaría a cada semental de las procedencias que él y solo él, conocía con certeza. Había traido sangre Parladé vía Gamero Cívico y Conde de la Corte pero también sangre Veragua del cortijo Navalcaide donde Ortega tenía una punta de este encaste por separado.

Su alquimia ganadera tenia que probarla en extensas tientas y retientas, para lo cual, entusiasmó a los amigos del hijo del ganadero; el padre de uno de esos amigos, tenia una librería en la calle Teatro de Chiclayo y allí llegaba semanalmente el Contador del negocio en compañía de su sobrino quien le ayudaba cargando los pesados libros de contabilidad.
El heredero de la librería Amado Lora Risco y Ramos Céspedes Chirinos el sobrino del contador, hicieron inmediata amistad y fueron parte del grupo que Rafaelillo llevó a la Viña para impartirles sus vastos conocimientos de tauromaquia delante de vacas, becerras, novillos y toros. La mejor de las enseñanzas en el mejor de los escenarios.
Cuatro años despues, cuando el resultado del trabajo ganadero comenzó a dar frutos, Rafaelillo recibió la autorización para probarlos en Lima y organizó una serie de Novilladas de postín en la capital con novilleros novedad de México, España y Venezuela, como era evidente que faltaba representación nacional, puso los ojos en un joven chiclayano en quien Rafael observó innegables condiciones para ser torero.
Este joven aficionado fue Ramos Francisco Céspedes a quien decide apoyar, llevándolo a debutar en la Plaza Monumental el 9 de Marzo de 1947 bautizándolo con el nombre taurino de Paco Céspedes, un nombre que el mismo anunciado, no reconoció en los cartelones al llegar a Lima.
¿Y este quien es? Me dijo que pensó.
Mi padre se había vestido de luces solo una vez en la primavera de 1946 para matar un novillo en la Hacienda Roma deTrujillo anunciado como Ramos Céspedes “Ramitos” al lado de Pedro Espejo un veterano torero en esa época.

Cuando le confesó a Rafael su escasa trayectoria y que ni siquiera tenía espada, este le hizo abrir un armario y sacar una que estaba envuelta en periódicos diciéndole: Es tuya, una espada para valientes, tendrás que ponerte muy en corto y señalar dos dedos delante de la cruz, del resto no te preocupes saldrás "de durce"
Así es como fue suya esta espada que utilizó por última vez el 1 de Enero de 1987 en Tumán.